sábado, 15 de mayo de 2010

Se oía un mal viento.


El caparazón del mundo estaba frágil, los vientos que le daban la vuelta esparcían semillas entre los habitantes que les provocaba un dolor de oído, que para no padecerlo todas las personas lo ignoraron y ya no lo sentían, se les atrofio la capacidad de escuchar lo importante , les dejó un ruido sordo en el ambiente que les confundió he hizo que creyeran todo lo que les decían como una gran verdad, creían y entonces ya no pensaban.
Mucha luz empleada para que no se pudiera ver, se escondió de la manera más evidente la verdad, lo que necesitábamos fue suplantado por lo que se nos vendía y alegres nos decidimos a entregar lo que no teníamos, a ser recipientes con ansia de ser llenados, con cualquier cosa que nos costara mucho más de lo que valía y por supuesto no nos sirviera, o sea nos hiciera daño.

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